La forma en la que te comunicas contigo y con los demás, determina la calidad de tus relaciones y la calidad de tus relaciones determinan la calidad de tu vida.
Nuestros primeros educadores en la comunicación verbal, generalmente son nuestros padres, o las personas que de algún modo se encargaron de velar por nuestra educación. Luego en la etapa escolar y universitaria se van moldeando más y más nuestros hábitos. Las buenas habilidades de comunicación no son innatas, pero pueden ser entrenadas. Con una mejor comunicación, también obtienes una mayor participación del entorno con el que te relacionas, y cuando llegas al mundo laboral te das cuenta de la importancia que este aspecto cobra en tus relaciones.
El primer paso es tener la valentía de reconocer cómo es tu comunicación, hacerte la pregunta de cómo tu propia comunicación es percibida por los demás en los aspectos más visibles, es decir, ¿Cómo es tu corporalidad? Y si la misma acompaña a tus palabras, ¿o las contradice?, ¿Cómo es tu léxico, se adecúa al ambiente laboral?, ¿Cómo está tu dicción?, te entienden o te preguntan a cada rato,” ¿ah?, ¿Cómo dijiste?”, ¿Cuál es la coherencia de tu mensaje?, ¿lleva una secuencia de hechos?, o la persona que te escucha queda siempre con algo no muy claro, ¿Qué entonación le das a tus mensajes?, ¿llegan o son rechazados con frecuencia con gestos o palabras?
En todo caso, independientemente del cargo que ocupes, la comunicación es la base para que tus relaciones fluyan y se haga para ti más fácil conseguir lo que te propones.
Las empresas son como un engranaje donde cada uno juega un papel único, que suma al resultado común. Puedes comparar la comunicación en tu empresa, con una orquesta donde cada instrumento a pesar de tener diferentes sonidos, si siguen la estructura de una partitura, respetan las entradas y los signos musicales realmente pueden resultar en una gran obra musical.
Te has fijado ¿Cuál es la forma habitual de comunicación que utilizan en tu empresa?, ¿existe alguna partitura que seguir?, o ¿cada quién se va ajustando en la medida que va llegando?, entonces, ¿Cómo está sonando tu obra?, te gusta cómo suena? ¿o podría sonar mejor?
Una forma de alineación sería escribir esa partitura que todos conozcan al entrar, de manera que se vaya creando una propia y única cultura de comunicación que funcione para la interacción personal y escrita.
Puedes convertir en un hábito, que exista constantemente una capacitación para nuevos ingresos y para refrescar a los viejos colaboradores en este tema: “el estilo y la forma de comunicación”, para hacer que la “capacitación en comunicación” forme parte de la cultura corporativa. Algunas compañías importantes lo han hecho así. Han puesto la “capacitación en comunicación” en un sistema y la ejecutan constantemente. La buena comunicación es especialmente importante en las empresas que trabajan con contactos cercanos con los clientes y, por ejemplo, hacen negocios con las ventas, pero en realidad es de gran importancia para todos los que trabajan con personas.
Tú como líder puedes instar la comunicación haciendo buenas preguntas, iniciando tus conversaciones con las palabras, “qué”, “cómo” y “de qué manera”. Abrir al máximo el sentido de la escucha activa y propiciar momentos dentro de tus reuniones donde se les permita a los colaboradores expresarse, aprender y comunicar sus ideas y puntos de vista, poniendo en práctica pautas de comunicación que los beneficie en sus formas de expresión. Dentro de la organización se practica, se retroalimenta y se vuelve a practicar. Ya en el exterior de la misma forma se verán los resultados. Hay un dicho popular pero muy asertivo, “Tal como es adentro…es afuera”, y afuera somos la imagen de toda una organización que seguramente lleva por legado prestar un buen servicio.